Cualquier historiador que por simple pereza, o por esa tendencia recurrente a ignorar todo lo que no tenga que ver directamente con Caracas o con Simón Bolívar, quiera escribir un

por Eduardo Casanova Sucre
Cualquier historiador que por simple pereza, o por esa tendencia recurrente a ignorar todo lo que no tenga que ver directamente con Caracas o con Simón Bolívar, quiera escribir un
Y si hay algún capítulo de la Historia de Venezuela que merece ser tratado por novelistas y no solo por historiadores (y que de hecho ya lo ha sido) es
La expedición con la que finalmente los dioses barbudos ocuparon el hermoso valle que está al pie de la montaña cinética no se debió al acaso o a la casualidad. Desde 1548 empezaron a correr serios rumores de que en aquel valle de los indios caracas había grandes minas de oro que los indígenas cuidaban con furia. También tuvo mucho de aquellas marchas que llevaron a los europeos hasta Jerusalén para arrebatársela a los que consideraban indignos de ser los amos de aquellos espacios sagrados. Al fin y al cabo solo había pasado un suspiro desde aquellos días de las Cruzadas, y en la mente de muchos españoles estaba la idea de que habían atravesado el océano para redimir a los indígenas que aún no conocían el mensaje de Dios.
El 21 de junio de 1561 entró a saco en la Isla de Margarita, desde el Norte. Uno de sus navíos entra por Paraguachí (hoy La Plaza) y el otro por el lugar que aún se llama “El Tirano” o Puerto Fermín. Allí asesinó, entre otros, al teniente de gobernador, Juan Gómez de Villandrando, a doña Ana de Rojas, esposa de Diego Gómez de Ampuero y madre de varias mujeres importantes, suegra de personajes notables y abuela de siete señoras que pasarían después a la historia de Caracas como esposas de los que se llamarían “los amos del valle”
Coro nació poco después de Cumaná y fue la primera capital de la provincia de Venezuela. Se fundó en tierras de los indígenas llamados por los españoles “curianos” con el nombre de Santa Ana de Coro en 1527 o 1528 (Sucre, Luis Alberto, pp. 9-10). Poco tiempo antes, en 1519, Carlos de Gante, el hijo de Juana la loca y nieto de Isabel y Fernando, el emperador Carlos V de los germanos y Carlos I de los españoles, había promulgado una ley en la que se establecía “que (las Indias) siempre permanezcan unidas para su mayor perpetuidad y firmeza”, y prohibía que algún territorio de los recién descubiertos fuesen separados de la corona de Castilla.
El nacimiento de Venezuela fue un verdadero trauma. Debería haber sido causa de alegría y de emoción patria, pero fue en realidad un tránsito de dolor y de muerte. La guerra de Independencia, que empezó a los pocos días después de que se aprobara la Constitución de 1811, fue uno de los capítulos más sangrientos y destructivos de toda la historia de América.