LA CASA DEL SABER (I)

En el primer cuarto del siglo XVIII se hizo público el reglamento de la “Universidad Real y Pontificia, fundada en el magnífico, Real y Seminario Colegio de Señora de Santa Rosa de Lima de la Ciudad de Santiago de León de Caracas de la Provincia de Venezuela”, que contenía todo lo concerniente a la Universidad Real y Pontificia de Caracas, decretada en 1721, como conclusión de un proceso en el que hasta los entonces irreconciliables partidos, el del gobernador y el Obispo y el del Ayuntamiento y los mantuanos, depusieron sus diferencias y movieron cielo y tierra para obtener la autorización del rey, hecho que lograron cuando Felipe V emitió una real cédula firmada en Lerma el 22 de diciembre de 1721. El Papa Inocencio XIII le otorgó carácter de pontificia en 1722, e inicialmente se instaló en el convento que funcionaba en donde estuvo la casa de don Ruy Fernández de Fuenmayor, el célebre gobernador y capitán general que se la pasó enfrascado en un pleito con el fanático obispo Mauro de Tovar y su acólito Sobremonte. Son los protagonistas de aquello que encontramos hace unos instantes, cuando veíamos la torre de la Catedral. Fuenmayor fue gobernador y capitán general de Venezuela entre el 28 de octubre de 1637 y algún día de febrero de1644 y, además de su enfrentamiento con el obispo y su apasionado acólito, tuvo una destacada actuación en la preterida provincia de Venezuela. En Caracas se casó con doña Leonor Jacinta Vásquez de Rojas, hija del Maestre de Campo don Domingo de Rojas y de doña Ana Díaz de Alfaro, descendientes di­rectos de los conquistadores Sebastián Díaz, natural de San Lúcar de Barrameda, de familia reconocida, y de Pedro Alonso Galeas, de Almendarejo y otros de los que sesenta años antes llegaron con Diego de Losada al valle de los toromaynas y se asentaron bajo la hermosa sombra de la montaña cinética. Don Ruy tenía poco tiempo en la villa de Caracas cuando la instalación del convento de Monjas Concepciones que a la larga se convertiría, luego de cambiar de edificio, en Palacio Federal y Palacio Legislativo por obra del “Ilustre Americano” Antonio Guzmán Blanco y sus manías afrancesadas. El ángulo Noroeste de la manzana comprendida por las esquinas de Gradillas, Sociedad, San Francisco y Monjas, exactamente en la esquina de las Monjas, fue el sitio escogido por don Ruy para vivir con doña Leonor y sus descendientes cuando se casaron, en noviembre de 1640. La casa se arruinó en el terremoto del 11 de junio de 1641 y así quedó hasta su demolición. Ochenta y tres años después del matrimonio de ambos, en el sitio que ocupó esa casa se consagró (el 30 de agosto de 1723) la Capilla de Santa Rosa, en donde, transcurridos otros ochenta y ocho años, el 5 de julio de 1811 se firmará el Acta de Independencia de la República de Venezuela. Era parte del Colegio de Santa Rosa y, por algún milagro inexplicable, no ha sido derribada para hacer un adefesio. Los orígenes del Colegio y Seminario de Santa Rosa de Lima, de cuya capilla estamos hablando, se remontan a la gestión del gobernador y capitán general Diego de Osorio, pariente de Diego de Losada y gobernante “inteligente, honrado, organizador y laborioso quien siempre de acuerdo con el cabildo de Caracas, formuló un plan general de gobierno” (Sucre, Luis Alberto, Op. Cit., p. 89), y, lo que es más importante, hizo cuanto pudo por cumplirlo y lo cumplió. Uno de los puntos de ese programa de gobierno, que don Diego de Osorio expuso a representantes de las principales ciudades de provincia reunidos especialmente en congreso, era la creación de un seminario y una clase de gramática para los jóvenes, solicitud que llevó a la corte de Madrid, en 1589, don Simón de Bolívar. El Procurador Bolívar partió hacia España en mayo del 90, y debe haber sido un excelente pedigüeño o un adulante de primera, porque en los dos años que duró su comisión obtuvo para su ciudad y su provincia casi todo lo que había ido a solicitar y otras iniciativas que fueron suyas. De ese viaje ante la corte de don Felipe II quedó definitivamente establecida la preponderancia en Venezuela del Ayuntamiento caraqueño, la concesión de un escudo para la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Santiago de León de Caracas y la autorización para que se creara un Seminario. Pero por la pobreza de la ciudad y de la provincia, no pudo cumplirse lo aprobado por Felipe II sino en 1641, en tiempos de los pleitos entre Fray Mauro y don Ruy, y con muchas limitaciones, a un lado de la Catedral en una construcción que también fue destruida por el terremoto, como para que los caraqueños se convencieran de que Dios no quería un seminario en el valle. Treinta y un años después, en tiempos del gobernador don Fernando de Villegas, justo cuando el diablo se soltaba en Carora, (Fue en esos días –1671– cuando las caroreños se sublevaron contra el Alcalde, Capitán Agustín Riera y lo mataron, por lo cual el Gobernador Villegas debió organizar una expedición punitiva y restablecer el orden de la manera más rotunda en la hermosa población que hoy es parte del Estado Lara. Villegas ahorcó a los cabecillas e hizo presos a numerosos caroreños. La expresión que nació a raíz de esos hechos, “se soltó el diablo”, ha quedado incorporada a la tradición caroreña. Luis Alberto Sucre comenta que “nunca se ha sabido si el refrán, ‘el diablo anda suelto’, se refiere a los tumultuosos o al gobernador”. Ver: Sucre, Luis Alberto, Op. Cit., pp. 166-167) fue cuando el Obispo Fray Antonio González de Acuña obtuvo el permiso necesario para establecer el Seminario, que dedicó a Santa Rosa de Lima por ser él mismo limeño. El año del inicio de sus actividades fue en 1675, cuando gobernaban interinamente la provincia don Manuel Felipe Tovar y Bañes y don Domingo Galindo y Sayas. El Obispo González de Acuña hizo donación de su gran biblioteca, de poco más de dos mil volúmenes al Seminario. En ella había varios clásicos griegos y latinos y algunas ediciones del Siglo XV. Además de obras de teología las había de derecho y cánones, oratoria, filosofía e historia. El primer Rector fue Juan Fernández Ortiz, nacido en Coro y que actuaba como párroco de la Catedral, y la primera cátedra que se estableció fue la de Gramática, y se requirió algún tiempo para poder ofrecer otras, debido a la falta de recursos. Catorce fueron los primeros seminaristas, ocho becados y seis cuyas familias pagaban una pensión anual. Veinticuatro años después, el 29 de agosto de 1696, víspera de Santa Rosa, fue inaugurado del todo el “Colegio Seminario de Señora Santa Rosa de Santa María de la Ciudad de Santiago de León de Caracas”, en tiempo del Obispo don Diego de Baños y Sotomayor, limeño como González de Acuña, devoto de Santa Rosa y amigo de nombres demasiado largos. El Obispo Baños edificó en Caracas, también, la iglesia de Santa Rosalía, y en la Catedral erigió la Capilla del Pópulo, cuyo nombre parece ser una deformación de “Santa Maria del Popolo”.

(Continuará)

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