Sus comentarios nos permiten ver que ya en aquellos tiempos los habitantes de Caracas tenían características culturales importantes, así como el mismo interés por la política que han demostrado en la transición del siglo XX al XXI, cuando han hecho cosas que dejan sin aliento al mundo, en defensa de las libertades por las que tanto lucharon poco después de la visita de Humboldt, a quien le llamó poderosamente la atención, mientras atravesaba la montaña para ver por primera vez la ciudad fundada por Diego de Losada, escuchar a varios viajeros que discutían abiertamente, en la Posada de La Venta, acerca del intento revolucionario de Gual y España, lo cual consideró una gran imprudencia, pues no se le escapaba que el gobierno español había impuesto en el sitio un sistema represivo y era obvio que debía haber espías por doquier (Humboldt, Alejandro de). Pero una vez llegado al sitio e instalado en él, le llamó aún más la atención el vivo interés de los caraqueños por la política, que no implicaba dejar de participar también en todo lo que implica la cultura. “Me ha parecido –afirma– que hay una marcada tendencia al estudio de las ciencias en México y en Santa Fe de Bogotá; mayor gusto por las letras y cuanto pueda lisonjear una imaginación ardiente y móvil en Quito y en Lima: Más luces sobre las relaciones políticas de las naciones y de las metrópolis, en La Habana y en Caracas. Las múltiples comunicaciones con la Europa comercial y el Mar de las Antillas que arriba hemos descrito como un Mediterráneo de muchas bocas, han influido poderosamente en el progreso de la sociedad en la isla de Cuba y en las hermosas provincias de Venezuela. Además, en ninguna parte de la América española ha tomado la civilización una fisonomía más europea. El gran número de indios labradores que habitan en México y en el interior de la Nueva Granada dan a esos vastos países un carácter particular, casi diría más exótico. A pesar del acrecentamiento de la población negra, cree uno estar en La Habana y en Caracas más cerca de Cádiz y de los Estados Unidos que en otra parte alguna del Nuevo Mundo”. Y un poco más adelante dice: “Noté en varias familias de Caracas gusto por la instrucción, conocimiento de las obras maestras de la literatura francesa e italiana, una decidida predilección de la música que se cultiva con éxito y sirve –como siempre hace el cultivo de las bellas artes– para aproximar a las diferentes clases de la sociedad”. En ese terreno es impresionante lo que afirma Salas: Que “en 1808, año de la Conspiración de los Mantuanos, mientras se preparaba en toda su intensidad el drama que estaba por venir, el público de Caracas pudo ver representadas en su ciudad, con una orquesta en la que tocaban, entre otros, Cayetano Carreño, Lino Gallardo, Bernabé Montero, Juan José Landaeta, Juan Meserón, Narciso Lauro, Juan José Caro de Boesi y José Ángel Lamas, “algunos fragmentos de ‘Pizarre, ou la conquette de Perou’, del compositor francés Joseph Candeille, estrenada en París en 1751, y algo de ‘La flauta encantada’ y del ‘Don Juan de Mozart’, entre otros” (Salas, Carlos). De donde se infiere que, aun cuando ninguno de sus biógrafos lo haya registrado ni sospechado, Mozart estuvo en Caracas en los últimos momentos de calma antes de la tormenta. Pero no hay que engañarse, la Venezuela de entonces tenía un notable atraso en materia de cultura. En el tiempo del Descubrimiento y la colonización España se había quedado rezagada con respecto al resto de Europa. Su participación en el Renacimiento fue más bien escasa, y en la Reforma, nula de toda nulidad. Los Austria no fueron precisamente dados al progreso, y los Borbones, aunque menos recalcitrantes que los Austria, tampoco. Y para colmo, deliberadamente evitaban que las novedades culturales atravesaran el Atlántico. Y de este lado solamente tenían culturas importantes antes de la llegada de los españoles los mexicanos, los peruanos y los guatemaltecos. Una de las medidas de ese atraso cultural la da la llegada de la imprenta a nuestro territorio. La imprenta, que fue determinante en la difusión de la cultura (y del protestantismo) fue inventada en Europa en torno a 1440, por Gutenberg (aunque ya existía en otras partes del mundo), y llegó a este lado del charco con casi un siglo de atraso: a México en 1536, a Perú en 1580, a Santo Domingo en 1600, a Guatemala en 1660, a Chile en 1669 (aunque no se usó para fines del todo culturales), a Cuba en 1723, a Buenos Aires y el Río de la Plata en 1799 y a Caracas en 1808. Esa secuencia demuestra en mayor o menor medida el grado de adelanto o atraso cultural de la América española cuando brotó, como una primavera, la idea de la independencia, idea que llegó de contrabando proveniente de los Estados Unidos y de Francia y fue alentada por Inglaterra para debilitar el Imperio español. Solamente los caso de las grandes islas, Santo Domingo y Cuba (y Puerto Rico), son excepciones, pero el hecho de que Caracas haya sido el eje mayor de la emancipación, seguida muy de cerca por Buenos Aires, dice mucho. Además, la llegada de la imprenta a Caracas no tuvo nada que ver con la metrópoli, se debió más bien al intento de Francisco de Miranda de invadir Venezuela para imponer la independencia. La primera imprenta que llegó a Caracas fue la que traía Miranda a bordo del “Leander”, que luego de su fracaso fue a tener a Trinidad, donde la compraron Mathew Gallagher Y James Lamb, y fue el Capitán General Juan de Casas, en un gesto de iniciativa propia que nada tenía que ver con la cultura, el que decidió traerla junto con tres esclavos que la manejarían. Poco después serviría para la publicación de la “Gazeta de Caracas”, que fue cambiando de bando en la medida en que la pequeña ciudad pasaba de los realistas a los patriotas o viceversa. De eso hablaremos en otro contexto.
FIN