El contrato, que como dije antes era casi como el simple alquiler de país, fue anulado en 1546, cuando Juan de Frías, Juez de Residencia designado por la Audiencia de Santo Domingo, sentenció en contra de la familia por considerar que no habían cumplido su parte del convenio. El protagonista de ese momento es Juan de Carvajal, nacido en Ponferrada, en la provincia de León, probablemente en 1510, y muerto el 17 de septiembre de 1546, en El Tocuyo. A fines de 1544 zarpó de Santo Domingo, al parecer con nombramiento de gobernador interino. Una tempestad estuvo a punto de quitarlo del reino de los vivos, en enero de 1545, y tocó tierra en Paraguaná, no con la pompa de un gobernador recién llegado, sino como un empapado náufrago que debió ser rescatado nada menos que por don Juan de Villegas, que era de antiguo su amigo y compañero de aventuras. Desde el comienzo de su gestión se vio que no era precisamente un angelito: ordenó a todos los avecindados en Coro que partieran con él, con sus familias y sus haberes, a una expedición que los llevaría a buscar riquezas más al occidente, y a los que se resistieron, simplemente los prendió y los ejecutó. Sin embargo, tiene en su favor el haber sido el primer europeo que pregonó los beneficios de la explotación agropecuaria y la vida de trabajo frente al camino fácil de la minería y las perlas. En abril del 45 salió de Coro una vistosa expedición en la que iban familias enteras, ganado, esclavos y tiendas. Y con ella, el 7 de diciembre, estableció El Tocuyo, que se convertiría en base de operaciones para la fundación de muchas otras ciudades, entre ellas, Caracas. Allí hizo varias atrocidades, como el asesinato a traición a Felipe de Hutten (Utre), el joven Bartolomé Welser y dos españoles, con lo cual terminó la presencia de la familia en Venezuela. Fue entonces cuando, enterada de ello la Audiencia de Santo Domingo, envió como Juez de Residencia a un hombre que ya conocía el terreno y su ganado, el Licenciado Juan de Frías, quien, acompañado por Juan de Tolosa, capturó, juzgó y ejecutó a Carvajal, de acuerdo con la tradición, en la misma ceiba que Carvajal usaba para colgar a sus víctimas, en El Tocuyo. Por lo menos era justo y hasta tenía algo de poético. Bien podría servir de tema a una buena obra de teatro. Uno de los que ayudó a capturar a Carvajal fue el ya veterano conquistador zamorano Diego de Losada, personaje que, como pronto veremos, se encargaría después de llevar la Historia, a caballo, al valle de Caracas. En un nuevo y también anacrónico juego de baloncesto histórico, Frías ejerció algún tiempo el mando, que entregó a Juan Pérez de Tolosa, quien lo pasó a Juan de Villegas otra vez hasta que se encargó el Licenciado Alonso Arias de Villasinda, que gobernó desde El Tocuyo y Barquisimeto, entre 1553 y 1557. También desde El Tocuyo gobernó, entre 1558 y 1559, Gutierre de la Peña, que fue comisionado por su sucesor, Pablo Collado, para enfrentar en Barquisimeto, el famoso tirano Lope de Aguirre. El poder volvió a Coro con Pablo Collado, que gobernó entre 1559 y 1561. En su tiempo ya empezaban a ocurrir hechos muy importantes en torno a Caracas. Por esos cielos anduvo Francisco Fajardo, que era mitad español y mitad indio, y que era sobrino de uno de los caciques de la región, el llamado Naiguatá, cuyo nombre ha quedado para identificar la montaña más alta de la Cordillera de la Costa, inmediatamente al Este de la Silla de Caracas y del Ávila. Fajardo era hijo de la cacica Isabel, guaiquerí, nieta de Charayma y madre, además, de Alonso y Juan Carreño. Si la conquista se hubiera hecho al estilo de Diego Fajardo, padre de Francisco, y de Alonso Carreño el viejo, padre de Alonso Carreño el hijo, todo habría sido muy distinto, como lo fue en Roma entre los romanos y los sabinos, que según la leyenda, solucionaron su guerra en campo de plumas. Pero intervinieron la codicia y el orgullo y no hubo forma de que ese estilo de colonizar se impusiera. Fajardo, para los indígenas, era un pariente. Sus rasgos no debían diferir mucho de los de ellos, y hablaba como ellos. Su expedición fue con indígenas, no con barbudos. Sus problemas empezaron cuando traicionó alevosamente a un indio que lo creyó su amigo, un tal Paisana, y lo ahorcó. A Fajardo sus medio hermanos le jugaron sucio, pues luego de establecerse en el valle del Guaire, según algunos historiadores en una especie de hato, más que de pueblo, que llamó San Francisco (1560), y de fundar en Caraballeda un lugar que llamó El Collado, en honor al gobernador Pablo Collado, descubrió que la adulancia no siempre da frutos, pues Collado, en cuanto se encontró oro por los lados de los indios teques, destituyó a Fajardo y nombró en su lugar a Pedro de Mendoza, a quien Guacaipuro atacó y venció porque ya se había dado cuenta de que los pares de Fajardo no eran de fiar. Collado, al saber del fracaso de Mendoza, envió a una de sus mejores fichas, Juan Rodríguez Suárez, “el Invencible Caballero de la Capa Roja, aquel que pobló en Pamplona con Ursúa, y fundó a Mérida, y que perseguido por la envidia de sus émulos, fué a dar a un calabozo de la cárcel de Santa Fé, del que logró escapar, refugiándose luego en la casa del Obispo Fray Juan de los Barrios, hasta donde fué a perseguirlo el odio del Oidor Pérez de Arteaga, que atropellando la dignidad del lugar, por la fuerza lo sacó de allí. Vuelto a la cárcel y condenado a morir por degüello por la Audiencia, con la ayuda de algunos amigos logró una segunda evasión” (Sucre, Luis Alberto, Op. Cit. p. 55). Luego de esa “segunda evasión”, Rodríguez Suárez consiguió llegar a Caracas (en donde fundó otra efímera Villa de San Francisco), y cayó muerto ante Guacaipuro y Terepaima. Envuelto en su Capa Roja, por supuesto. Collado envió entonces a Luis de Narváez, pero Narváez debió desviarse de su objetivo para combatir al Tirano Lope de Aguirre, por lo que Fajardo dio por perdido su establecimiento de San Francisco. Luego, por presión de los indios, que ya no eran sus amigos, dejó también El Collado de Caraballeda y volvió a Oriente. Un fuerte rumor, que revela que no se había hecho muy popular entre los indígenas, a pesar de ser medio indígena él mismo, es aquel según el cual a su madre la dejó enterrada en lo que hoy es Chuspa, entre Caraballeda y la zona de Barlovento, a causa del veneno de sus parientes. Y él mismo, cuando preparaba una nueva expedición, en 1564, fue ejecutado mediante un acto de traición, en Cumaná, por el Justicia Mayor Alonso Cobos, que, además, lo hizo arrastrar de la cola de un caballo. Poco después los margariteños, encabezados por su Justicia Mayor, Pedro Biedma, capturaron y juzgaron, con la anuencia de la Audiencia de Santo Domingo, al que se cargó a Fajardo. Cobos fue ejecutado y partido en cuartos, posiblemente a machetazos. Bonito comienzo aquel de la evangelización, que es el mensaje de paz y de amor de los cristianos. El sucesor de Collado fue Alonso Bernáldez, que gobernó entre 1561 y 1562, y que fue el primero en encomendar a Diego de Losada la aventura de conquistar el valle de los Caracas, decisión que fue confirmada por su sucesor, Pedro Ponce de León, con lo cual quedó sellado el destino sin poder de la noble y bella ciudad de Santa Ana de Coro, campo de brisas y luces.
FIN

Buena síntesis de la Conquista y el inicio de la Colonia en nuestro país