Escena idealizada de la Fundación de Caracas, obra de Tito Salas y ubicada en el Panteón Nacional de Venezuela.

EL VIAJE AL EDÉN

La expedición con la que finalmente los dioses barbudos ocuparon el hermoso valle que está al pie de la montaña cinética no se debió al acaso o a la casualidad. Desde 1548 empezaron a correr serios rumores de que en aquel valle de los indios caracas había grandes minas de oro que los indígenas cuidaban con furia. También tuvo mucho de aquellas marchas que llevaron a los europeos hasta Jerusalén para arrebatársela a los que consideraban indignos de ser los amos de aquellos espacios sagrados. Al fin y al cabo solo había pasado un suspiro desde aquellos días de las Cruzadas, y en la mente de muchos españoles estaba la idea de que habían atravesado el océano para redimir a los indígenas que aún no conocían el mensaje de Dios.

Diego de Losada

LA ATRACCIÓN DEL CENTRO

Tanto Cumaná como Coro, aunque estaban, como Caracas, ubicadas en el Norte del territorio que se estaba convirtiendo en Venezuela, tenían el defecto de ser demasiado vulnerables al ataque de los piratas, especialmente los ingleses, que pululaban en el Mar Caribe. Por otra parte, Cumaná estaba muy al Este y Coro muy al Oeste del país (aunque inicialmente fue dividido en dos provincias, una correspondiente Cumaná y la otra a Coro, ya en aquellos días reclamaba la unidad que alcanzó en 1777), y parece obvio que el centro político y administrativo de ese conjunto debería estar más bien en el centro geográfico.